martes, 1 de diciembre de 2009

Enrique Grau


Enrique Grau


Junto a Fernando Botero, Obregon y David Manzur, Enrique Grau forma parte de ese manantial abundante de imágenes desde donde fluye y se nutre la pintura colombiana de hoy.
De un dibujo refinado y preciso y de una aguda percepción sicológica, la pintura de Enrique Grau se sostiene sobre bases muy sólidas. Y entre ellas cabe mencionar su comprensión de la anatomía, de las sutilezas del claroscuro, su vitalidad luminosa y su hábil manejo del contraste cromático. Así lo europeo se funde con lo americano y el sabor local permea las imágenes con donosura y gracia, pero también con destreza y fuerza.
En Enrique Grau, el arte de pintar cobra sentido, al traspasar los exigentes requerimientos de la academia y llegar mucho más lejos hasta del manejo de la anatomía, y la expresión plástica, para adentrarnos en escenas de gran verismo que no están exentas ni de humor ni de poesía.
Pero las escenas de Grau ocurren como en un teatro sagrado, de manera ritual, como si se tratara de una dantesca divina comedia o de un dramático cuadro de Balzac o de Moliere, donde es posible descubrir los perfiles inacabados e inquietantes de la conspicua existencia humana.

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